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Europa invirtió de octubre de 2008 a diciembre de 2012 un 4,6% de su PIB en rescatar a los bancos, 591.000 millones de euros. En España, estamos ligeramente por debajo de la media. La ‘fiesta’ nos ha costado cerca de 40.000 millones de euros.

Pagada la factura ‘a escote’ por los contribuyentes, conviene plantearse cómo afrontar el futuro para evitar el coste moral de socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. La nueva directiva de resolución bancaria ya establece que en caso de rescate, el primer pagador será el dueño, el accionista, seguido del bonista. Si no fuera suficiente, se recurriría al fondo de resolución, una especie de fondo de garantía dotado por las entidades. Sólo agotados estos dos recursos habría que acudir a l dinero público. Solución correcta.

Además, el Consejo Europeo aprobó limitar los bonus para evitar efectos perversos de asunción excesiva de riesgos. También reclamó reglas más estrictas para los hedge funds u operadores de corto. Incluso se ha aprobado una mínima tasa Tobin para gravar las operaciones financieras internacionales a partir del 2016.

En cuanto a la supervisión, será a partir de ahora el Banco Central Europeo quien ostente la competencia. Una mala noticia para España que cuenta probablemente con una de las mejores supervisiones del mundo, literalmente ‘empotrados’ en las entidades financieras. Un benchmarck. ¿Qué ha fallado, entonces? Como casi siempre, la política. Los inspectores están ‘techados’ en su trabajo por el gobernador. Bastaría con empoderar a los inspectores, en dotarles de autonomía y autoridad.

En todo caso, que el BCE asuma la inspección no es más que un cambio formal. Los inspectores españoles dependerán del BCE, pero seguirán ‘viviendo’ en las entidades españolas en su mayor parte.

Antes de llegar a una intervención, ¿qué haremos para evitarlo? La batalla se centra ahora en la regulación. El ex comisario Michelle Barnier propuso en enero de 2014 que las grandes entidades dividieran su actividad entre la ordinaria y la especulativa. Es decir, las murallas chinas americana entre banca tradicional y banca de inversión. Fracasó.

Y no parece que su sustituto vaya a recoger el testigo. El nuevo comisario del mercado financiero, Johnattan Hill, proveniente de la City, dueño de Quiler Consultants, una empresa de relaciones públicas. Es decir, un lobista. Como los 1700 que el poder financiero tiene destacados en Bruselas con una inversión de 120 millones de euros, según el Corporate Europe Observatory. ¿Un lobista de comisario? “Es pretender que la zorra cuide el gallinero”, concluye el eurodiputado verde Sven Giegold.

Podría entenderse como un guiño a Londres. De hecho la City ha saludado con entusiasmo su nombramiento. Pero resulta cuando menos poco estético. ¿Es la persona más adecuada para enderezar, disciplinar, controlar a las entidades financieras? No parece. Pero debe saber que la sociedad civil también se organiza. Y que junto al lobby financiero, están las asociaciones europeas de usuarios de servicios financieros y los despachos especializados como Navas & Cusí que también estarán presentes en la capital comunitaria.

El mercado no exige planificación, pero sí reglas del juego estables, razonables, previsibles y que se cumplan. No parece muy simétrico que por su especial sensibilidad los europeos asumamos el coste del rescate de la quiebra de las entidades financieras sin que nos aseguremos de que no volverá a ocurrir. Y eso es lo que –lamentablemente- podría ocurrir

Hasta el mismo mandato del BCE de no comprar deuda directamente se ha puesto en cuestión. Política manda. Ya saben, las ‘palabras mágicas’: “Haré lo que tenga que hacer”. ¿Independencia del BCE? Por cierto, que el gobernador Dragui proviniera del banco de inversión Goldman Sach, no es la mejor garantía de independencia.

Es verdad que la Reserva Federal es institucionalmente menos independiente que el BCE. Pero al menos su presidente, Paul Volcker, se atrevió a lanzar la siguiente advertencia a quienes le habían colocado, los grandes poderes financieros: “La innovación financiera más importante de los últimos tiempos ha sido el cajero automático”. Es lo que pasa cuando en la cultura anglosajona uno se viste de institución cuando aterriza en un puesto relevante.

 Del Banco de España a la AEB

En España hemos dado el paso inverso: de la institución al lobby. Quien fuera director de regulación del Banco de España (BdE), José María Roldán, pasa a ser presidente de la AEB sin solución de continuidad. Al ministro De Guindos no le pareció estético el ‘viaje’. Hasta extendió el régimen de incompatibilidades del gobierno al Banco de España: dos años en ‘barbecho’… a partir de ahora. Porque finalmente terminó tragando el órdago de la industria financiera. Por cierto, ¿era Guindos o era el BCE quien no venía con buenos ojos ese ‘trasvase’?

Roldán tiene un perfil técnico intachable. Además de haber sido el responsable de regulación del BdE, fue miembro del comité de supervisión de Basilea y del comité de supervisión de los bancos europeos. Lo sabe todo sobre regulación. Y sabe lo que debe de hacer para evitar encorsetar a quienes ahora le abonan la nómina.

Por eso aboga por la “pedagogía paciente”. Es decir, evitar nuevos corsés que aprisionen a las entidades. ‘Wait and see’. La amenaza es siempre la misma: a mayor regulación, menor crédito. Y sin crédito no hay actividad, ni crecimiento ni creación de empleo. La realidad es que los bancos han ganado en el primer semestre del año más de 6.000 millones de euros. Mucho menos que en los años del boom, pero cifras mareantes si las traducimos a pesetas…

 La relación con el poder sigue siendo de tensión. La fiscalidad real sigue muy por debajo del 30% establecido por mor del enjambre de deducciones sólo aptas para asesores fiscales de entidades financieras… La reforma fiscal no ha tocado ese “paraíso fiscal”, pero sí ha rebajado –ligeramente, pero rebajado- la fiscalidad a las rentas del capital.

Mientras, la banca sigue comprando mayoritariamente la deuda emitida por el Estado. El gobierno salva los muebles, pero produciendo un verdadero crowding-out, efecto expulsión. Donde entra el Estado, sale el sector privado. El nivel de endeudamiento se mantiene estable con las cifras anteriores a la crisis. Pero ya no es endeudamiento privado sino publico. Cambio de cromos…

Por su parte, el Banco de España sigue atando en corto a las entidades. Mantiene el tope de los depósitos –innecesario ahora que el BCE ha abierto las compuertas de la liquidez- y mantiene topada la remuneración de dividendos en liquidez al 25% de los beneficios. ¿Intromisión pública en los parámetros básicos de un negocio privado? Cierto, si no fuera porque la quiebra y el reflotamiento lo hemos pagado todos los españoles. Lo mínimo es establecer un peaje.

Además, la CNMV puede enviar a inspectores de incógnito o incluso espías para investigar las malas praxis. Por otro lado, el Frob está haciendo una labor encomiable de cobrar lo cobrable, persiguiendo hasta el último céntimo para reducir el impacto público del rescate. ‘Pongo la red, pero después me cobro’.

Queda por cerrar el círculo de la regulación, la clave de bóveda. Tanto el Santander como el BBVA se resisten a mayores corsés. Pero siguen manteniendo gran parte de su actividad deslocalizada en paraísos fiscales apostando por operaciones altamente especulativas. Es decir, siguen andando sobre el alambre, sabedores de que juegan con red.

Probablemente es el momento de replantearse la ‘propuesta Barnier’, de distinguir claramente entre banca de inversión y banca tradicional. Y la banca tradicional tiene que empezar a aprender que su negocio no es de gestoría, sino de gestión y evaluación de riesgos. Un buen análisis del riesgo permite maximizar el valor para sus accionistas. Y desde luego, permite cumplir eficientemente su función social que no es otra que intermediar entre excesos y defectos de liquidez, entre ahorro e inversión. Este es su verdadero negocio. Pero también es su reto. Ojalá estén a la altura.

Juan Ignacio Navas (@jinnavas)
Socio Director de Navas & Cusí Abogados (@NavasCusi)

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