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A menudo se afirma que el endeudamiento puede suponer un grave problema para la economía familiar, de tal forma que el llamado apalancamiento financiero debe evitarse siempre que resulte posible, a fin de asegurarnos que en todo momento gozamos de una situación económica  solvente, controlando en todo momento el estado de nuestras finanzas personales, evitando así grandes sobresaltos y riesgos inesperados.

Otras opiniones, sin embargo, van radicalmente en un sentido contrario, por cuanto el endeudamiento permite mayor disponibilidad de nuestros ingresos a corto plazo, es decir, mayor liquidez, con lo que en definitiva una economía basada en el apalancamiento permite mayor posibilidad de adquisición de bienes y servicios y con ello, un mayor disfrute de nuestros bienes o activos.

Frente a estas dos posturas maximalistas, ¿cabe una posición intermedia? Desde luego que sí, y para ello, resulta indispensable distinguir entre deuda buena y deuda mala.

Diferencia entre una deuda buena y una deuda mala

Para determinar la diferencia entre una deuda buena y una deuda mala, y conocer de forma fiable al alcance de una y otra, podemos acudir al portal web de educación financiera finanzasparatodos.es impulsado por la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España, el cual, de forma muy acertada, nos dice:

Deuda buena

La deuda buena es aquella destinada a la adquisición de bienes y servicios que:

  1. Aumentar su valor con el paso del tiempo, de forma que en el futuro valdrán más de su precio inicial más coste de financiación (por ejemplo, una vivienda u otro inmueble).
  2. Generar ingresos (por ejemplo, los gastos en formación o el lanzamiento de un negocio) o reducen gastos durante la vida del préstamo (por ejemplo comprar una casa para no tener que pagar alquiler) por importes que superan los costes de la deuda.
    Estos dos ejemplos primeros se corresponden a productos de inversión.
  3. Resultar necesarios, pero que no se podrían pagar en efectivo sin liquidar los ahorros u otras inversiones (por ejemplo un coche). OJO: necesarios significa imprescindibles, no deseables.

Por ello, la deuda buena es aquella que nos permite adquirir un activo que a la larga será productivo, lo que permite generar riqueza. Además del clásico ejemplo de la compra de una casa, puede considerarse también deuda buena la inversión en educación de los hijos o la puesta en marcha de un negocio, o incluso, como antes se ha apreciado, la compra de un vehículo, si resulta imprescindible.

Obviamente, dichas inversiones deben efectuarse siempre teniendo en cuenta el valor de los bienes que se adquieren en consonancia con la capacidad de ahorro y de gasto de la que disponemos, a fin de que crean riqueza de forma sostenible, de tal modo que si dichas inversiones exceden de lo razonablemente asumible pueden convertirse en un auténtico quebradero de cabeza en forma de deudas inasumibles para nuestras finanzas personales.

Ejemplos de deudas buenas

  • Compra de un piso o de un apartamento.
  • Compra de un vehículo, si es imprescindible.
  • Adquisición de bienes destinados a un negocio.
  • Inversión del dinero en estudios.

Deuda mala

Deuda mala, en cambio, es toda aquella destinada a adquirir bienes que no necesitamos o que no podemos permitirnos, como puede ser el caso de una televisión de lujo o de otro bien de consumo superfluo e innecesario para la vida diaria. Se trata de deuda que se canaliza a adquisiciones vinculadas al mero consumo, y que por lo tanto, son a fondo perdido, pues no hay de donde puede recuperarse. A menudo se dice que es la deuda más cara porque proviene del trabajo futuro.

Por ello, antes de contraer una deuda de esta naturaleza, cabrá preguntarse si la deuda se adquiere para un bien realmente necesario, las condiciones en las que se otorga el crédito al consumo, si además de los intereses hay gastos suplementarios (comisiones, seguro), conocer cuál es la TAE y qué conceptos se incluyen en la misma, cuál es la vida útil del producto que se financia en relación con la duración de la amortización del préstamo que se contrata para dicho producto, si nos podemos permitir las cuotas mensuales, el coste total de la operación, etc.

Mención especial merecen las deudas que se contraen como consecuencia del uso de tarjetas de crédito, que son modalidades de crédito en las que se suele estipular un tipo de interés superior al 20 % y que pueden ocasionar cantidades ingentes a devolver en concepto de intereses, sin que a medio o largo plazo se haya podido sacar una rentabilidad real a dicho medio de financiación.

Ejemplos de deudas malas

  • Las derivadas de la adquisición de bienes de consumo.
  • Deudas contraídas para adquisición de bienes superfluos o innecesarios, de puro lujo o mero recreo, que ninguna productividad aportan.
  • Deudas derivadas de tarjetas de crédito.
  • Deudas de operaciones de crédito al consumo ocasionadas con préstamos y/o créditos cuyo plazo de amortización es más largo que la vida útil del producto.

Desde el despacho Navas & Cusí Abogados, como especialistas en Derecho Bancario y de los Consumidores y Usuarios tanto en el Reino de España como en la Unión Europea, podemos proporcionarle toda la información que precise acerca de deuda buena y deuda mala, prestándole el oportuno asesoramiento jurídico en reclamaciones procedentes de deudas contraídas de todo tipo, puede ponerse en contacto con nosotros mediante nuestro formulario de contacto o llamando al teléfono 915 76 11 50

 

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