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En primer lugar, ¿Qué es el shadow banking? Es un término acuñado por Paul Mcculley, economista americano Director de una firma de inversión sita en California, en el año 2007. Será tiempo después cuando este “sistema bancario en la sombra” (según traducción a nuestro idioma) sería finalmente definido por el FSB (Financial Stability Board, Consejo de Estabilidad Financiera) como “sistema de intermediación crediticia conformado por entidades y actividades que están fuera del sistema bancario tradicional”.

Pese a la creencia popular que puede derivarse de su significado en español, estos intermediarios financieros conocidos como shadow banking no son exclusivamente ni necesariamente operaciones que se encuentran fuera del marco legal, sino que la cuestión radica en que realizan actividades que no están reguladas o están sujetas a una menor regulación si se compara con la banca tradicional.

Una vez que tenemos un poco más claro el significado del shadow banking, la pregunta es obvia: ¿es una amenaza para la estabilidad financiera de nuestro país? Actualmente la banca en la sombra supone el 120% del PIB mundial pero aunque por un lado esto suponga una inyección extra en la economía para poder combatir la falta de crédito, su carente o escasa regulación así como su constante crecimiento es lo que hace saltar las alarmas y las incógnitas sobre sus reales beneficios y ventajas.

Este incremento del shadow banking es consecuencia de las dificultades con las que se encontraban las pymes y emprendedores por ejemplo para obtener financiación bancaria; un crecimiento asombroso que en Estados Unidos, por ejemplo, consiguió mover en el año 2014, la nada desdeñable cantidad de, 71 billones de dólares. Dentro de las actividades que quedan englobadas en el actuar del shadow banking encontramos crossfunding, hedge funds o vehículos de inversión estructurada (SIV) entre otros.

Esta intermediación crediticia buscan la rentabilidad de los inversores en un entorno con los tipos de interés bajos; El problema es que se llevan a cabo actividades de riesgo sin ofrecer las garantías propias de la regulación bancaria, y como sostiene Juan Fernando Robles, profesor de Banca y Finanzas del Centro de Estudios Financieros (CEF): “Abarata costes financieros y genera oportunidades, aunque es evidente que puede trasladar riesgos al mercado de forma implacable, sin colchones de capital ni rescates

Es obvio que el shadow banking ha contribuido a la recuperación económica de las empresas españolas ya que como hemos mencionado anteriormente suponen una fuente adicional de financiación, pero expertos en la materia coinciden en que es necesaria una regulación y supervisión más estricta. Deben gozar de transparencia y eliminar aquellos riesgos intrínsecos a dichas intermediaciones que puedan terminar menoscabando la estabilidad del mercado y las entidades financieras.

 

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